Agentes de cambio

«Algún día será verdad. El progreso penetrará en la llanura y la barbarie retrocederá vencida. Tal vez nosotros no alcanzaremos a verlo; pero sangre nuestra palpitará en la emoción de quien lo vea.» – Rómulo Gallegos, Doña Bárbara.

 

¿Qué significa ser un agente de cambio? Quizá encontremos muchas respuestas a esa pregunta que aparenta ser tan sencilla, pero que en sus siete palabras esconde una trampa para todos aquellos que deseen responderla. ¿Agente de cambio en tu familia, en tu escuela, con tus vecinos, en tu trabajo, como ciudadano? ¿O es que acaso tienes que serlo en todas partes al mismo tiempo? ¿Se trata de discutir, argumentar, charlar, hacer propaganda? ¿Cómo identifico si puedo ayudar a modificar estructuras disfuncionales? Una pregunta, y al mismo tiempo muchas otras más, infinitas.

Hace tiempo solía pensar que las personas, a través de nuestros sueños, generamos metas para enriquecer nuestras vidas (chequen el truco, con “nuestras” me refiero a la de cada quien, singular pues). Pensaba que como joven la obligación principal era prepararte para cumplir con tus ideales y recibir ese gran premio a tu constancia y dedicación, y como yo quizá la mayoría de mis compañeros de generación. Hoy en día, además de eso, considero que si en esas metas para las que nos preparamos no incluimos una que impacte a nuestro (ahora si, en plural) alrededor, es momento de cambiar y añadir alguna que pueda ser útil para hacer de este mundo un lugar mejor.

Pero, ¿por qué es necesario que yo, que me mato trabajando todo el santo día para luego llegar a casa a realizar mis labores domésticas y/o familiares, participe activamente de un cambio? ¿Sería posible que eso lo hicieran los que tienen más tiempo libre? La educación por competencias ha sido un éxito en muchos países, pero aquí en México (un país que sigue en desarrollo desde su independencia en 1810) ha contribuido a generalizar una actitud de apatía con respecto a las responsabilidades cívicas y éticas de cada individuo. “No tires basura”, “pon la direccional”, “no estaciones en dos lugares por gandalla”, “respeta a tus compañeros de trabajo”, “no te brinques la fila de la tienda”… Mil frases y consejos de cómo ser un mejor miembro de la sociedad, que estemos en el trabajo 12 horas o no, no deja de ser donde vivimos.

Un agente de cambio es aquella persona que, con el valor de asumir riesgos para abrirse a nuevas ideas, decide propiciar a través de su comportamiento o influencia una modificación a las conductas o patrones sociales, culturales o conductuales de la comunidad a la que pertenece. Estar insatisfecho con nuestro alrededor no es cosa de broma cuando ello se debe a factores negativos que impiden el progreso de nuestro entorno. Bloqueos comerciales por intereses políticos, fallas en las estructuras de comunicación locales, falta de reglamentos de ecología para zonas vulnerables, inexistente educación vial, carencia de sentimiento de pertenencia, y un sinfín de ejemplos que nos darían una panorámica de todas aquellas cosas que nos causan insatisfacción con el lugar donde residimos. La diferencia entre las personas insatisfechas radica en cuanto estamos dispuestos a aportar para modificar los elementos estériles de los convencionalismos conservadores, o bien, cuantos pretextos más seguiremos poniendo para dejarle la chamba a alguien más.

Existe un llamado internacional al cambio, al desarrollo, a sacudirnos de las estructuras que hasta el día de hoy no han dado los resultados esperados. Todos somos capaces de decidir, por lo tanto, podemos elegir vivir en una mejor comunidad, y lo único que tenemos que aportar para ello es una mejor actitud. Generar con los otros un mejor lugar para vivir, trabajar o relacionarnos fomenta valores que hasta hoy parecen estar en peligro de extinción: solidaridad, compromiso, trabajo en equipo, compartir responsabilidades. La conciencia de nuestro entorno puede ser algo que no esté precisamente calibrada para trabajar en un cambio, así que empecemos por seguir sencillos pasos para abrir nuestra vista periférica (en sentido figurado) y percatarnos de aquellas cosas que están dentro de nuestras posibilidades.

¿Crees que podrías ser un agente de cambio para tu comunidad? Aquí te va una pequeñísima guía de cómo puedes empezar a generar una cadena de acciones positivas, en el ámbito y de la manera que elijas:

  1. Identifica un problema que afecte tu comunidad de forma social, cultural o conductual, que encaje en tus áreas de conocimiento y habilidades.
  2. Platica con las personas cercanas a ti acerca de dicho problema y escucha sus opiniones al respecto (compañeros de trabajo, familia, compañeros de escuela, vecinos, despachador de la tienda, oficial de tránsito de la esquina, etc.).
  3. En un rato libre (en tus 12 horas de trabajo, seguro tendrás 5 minutos, no te hagas), escribe algunas propuestas de cómo minimizar el problema. Plantea soluciones reales aunque parezcan pequeñas, los grandes cambios no se dan de un día para otro.
  4. Ya que tengas tu plan, analízalo. Te darás cuenta que es algo que puede realizarse en equipo, así que ya estarás listo para compartirlo con otros insatisfechos como tú. No tengas miedo, muchas veces los demás sólo esperan una propuesta para empezar a actuar.
  5. Si tu plan no funciona, o no encuentras un equipo, ¡no te rindas! Recuerda que los verdaderos agentes de cambio persisten hasta lograr la diferencia.

Trabajar por nuestra comunidad es una necesidad primordial si queremos que ella siga existiendo, y que nos brinde mejores condiciones para vivir. Perdamos el miedo y salgamos a solucionar todo aquello que evidentemente nuestros gobernantes no van a hacer, porque es importante que jamás olvidemos que nuestro país lo hacemos nosotros, no ellos.

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